Celebremos con lo que tengamos, porque tenemos vida y frente a nuestros ojos están algunos de nuestros seres queridos, y así ¡Lo tenemos todo!.
Feliz Navidad de parte de todo el equipo Zona de Descarga
En esta edición especial de ConLaLuz, LuzMely Reyes conversará con Jaime Pérez, Magaly Guédez y Jhonatan Rodríguez sobre cómo siguen apostando a Venezuela desde sus espacios de formación y entretenimiento.
Además, en estas casas de tareas dirigidas no se utilizan uniformes, se organizan de una forma menos estricta que las escuelas y se encuentran ubicadas en la propia comunidad, los alumnos tienen un trato más cercano con los facilitadores y se reúnen niños de diferentes edades, lo cual, a juicio de Canova, son factores que hacen que sean más felices.
Sin embargo, UED, con la ayuda de un grupo de 12 profesoras, identificó cuatro necesidades en el funcionamiento de estos centros pedagógicos:
Sin embargo, Ana Milena Muñoz afirma que las maestras de Petare, con las que se ha podido reunión en proyectos como Descargando Futuro y la investigación de UED, no quieren que sus casas de tareas dirigidas sean llamadas como «escuelas privadas», por miedo a excluir a los menos favorecidos. «Como profesoras que vivimos en las barriadas no podemos hablar de la privatización porque hay representantes que no pueden cancelar y eso sería excluir a los niños. Yo tengo 15 estudiantes, pero no todos pagan. A mi me interesa que ese niño avance. No quiero que ese niño deserte de la educación y somos muchos las que hacemos eso”, afirma.
Libertad Educativa
La UED sabe que esto es algo micro, pero que igual en Petare se repite en otras comunidades populares, y afirman que existe la necesidad de cuestionar el papel del Estado como garante de la educación y la urgencia de debatir sobre la posibilidad de que Venezuela camine hacia la “libertad educativa”.
Antonio Canova, abogado y profesor universitario, explica que la idea fundamental de la libertad educativa está basada en que sean los padres quienes elijan la opción más atractiva para la realización del proyecto pedagógico de sus hijos, entre varias alternativas al modelo educativo tradicional que ofrece el Estado.
“Si hablamos de libertad educativa, eso es lo que estamos haciendo nosotras. Atendemos a los niños de acuerdo a sus necesidades y a lo que ellos quieren hacer. Yo tengo niños que dibujan hermoso y a través de eso yo les enseño las letras. Dejo que ellos exploren, participen, colaboren y de esta forma ellos también aprenden”, señala Ana MIlena, quien ha trabajado en UED como parte de la investigación.
Además, según Canova, la libertad educativa favorece el crecimiento de los emprendimientos de este tipo, fomentando las ofertas competitivas, que pueden estar reconocidas y certificadas por el Estado como garante de los derechos humanos, tal y como se ha ejecutado en países de primer mundo.
Tomado de: https://efectococuyo.com/la-humanidad/tareas-dirigidas-alternativa-rezago-escolar/
Tomado de: https://www.vtv.gob.ve/judoca-anriquelis-barrios-comparte-petare-caracas/
Uno de los recuerdos más vívidos de la infancia de los hermanos Pérez en la humilde parroquia donde llevan viviendo 35 años, fue recibir su primer papagayo. El olor a madera barnizada, solapado con el aroma de un buen tequeño, convirtieron esta escena, situada en pleno Casco Histórico de Petare, en algo inolvidable.
Años después, Jaime y Jimmy buscan sin pausa replicar este impacto en los niños y niñas que atestiguan su labor a través de Zona de Descarga, organización no gubernamental dedicada a la difusión cultural y creación de espacios libres de violencia en zonas vulnerables. Esta tarea ha resonado ampliamente y es considerada una de las iniciativas que quiere mostrar la cara amable de uno de los territorios más peligrosos del país y del continente.
Sus fundadores, los morochos Pérez, oriundos de la zona 3 del barrio José Félix Ribas -uno de los más grandes del sector-, se ven reflejados en las caras del joven público que disfruta de sus actividades. Jaime es el mayor, egresó de Estudios Internacionales y -en palabras de su hermano- es el más extrovertido, emocional y, además, seguidor de los Leones del Caracas. Jimmy es estudiante de Economía, le va a los Tiburones de La Guaira y se considera más pragmático y metódico. Ambos gozaron de una niñez noble y divertida, pateando calle y teniendo contacto directo con un gentilicio regional muy rico que, tiempo después, mutó en un interés fijo por preservarlo.
Zona de Descarga nace como parte de una impresión que les quedó a los hermanos Pérez tras un proyecto que llevaron a cabo en 2013. Jaime relata que, para entonces, trabajaba en el Consejo Nacional Electoral (CNE), ente que le prestó apoyo para levantar el Proyecto Petare, un informe cuyo objetivo era caracterizar y sectorizar a todos los barrios de la parroquia; una tarea titánica, pues son más de 30. Aun así, se desarrolló un criterio para dividir la misma, tomando como referencia los centros de votación. El resultado: un total de 19 ejes, cada uno con sus relieves, referentes y tradiciones culturales.
Ante esta situación y aconsejados por un gran amigo, el salsero Niño Méndez, los morochos se propusieron levantar una organización dedicada a resaltar el valor, el sentimiento y la identidad del gentilicio petareño. La ONG nació oficialmente el 13 de agosto de 2013 y, desde entonces, viene desarrollando un abanico de actividades con las cuales buscan que los participantes puedan empezar a entender -muchos de ellos a temprana edad- la historia local y tengan la capacidad de “cargar y descargar” contenidos con los que sean capaces de transformar su realidad.
Una de las plataformas que los fundadores de Zona de Descarga utilizan para transmitir los ideales que promueven es la platabanda -techos planos de las casas o edificios- como lugar de encuentro entre familiares, amigos y vecinos del sector. Estos rincones han sido testigos de gran parte de las iniciativas que Jaime y Jimmy han llevado a cabo.
El confinamiento por la pandemia del coronavirus, iniciado en marzo de 2020, fue una oportunidad para despegar. Con cada vecino en su casa y la arquitectura de los barrios, que aún improvisada evoca la de un gran coliseo romano, instalar una pantalla y una laptop con un video beam para proyectar películas u otras piezas audiovisuales resultaba una ingeniosa estrategia para mantener a la gente entretenida en sus hogares, dejando en la noche del este capitalino más esperanza de la usual.
Esta iniciativa, hoy sintetizada con el nombre de «Cromoplatabanda» -en referencia a los cromosomas, mínimos y elementales contenedores de información y herencia humana-, ha enamorado y cautivado a más de 200 comunidades. También fue multiplicada por siete y dio origen a la «Semana de la Platabanda», donde se prestaron varios servicios, como lectura de cuentos, toques musicales, presentaciones de danza, oración y atención cosmética.
De este proyecto, una de las actividades más reseñadas y aplaudidas se realizó en la cima de una de las casas del barrio 19 de Abril, a pocas semanas de culminar el año 2020: el concierto de Desorden Público y las actividades que los miembros de la banda -hoy día, grandes aliados- realizaron con los vecinos.
Pero el trabajo de Zona de Descarga no queda allí: sus creadores siguen luchando por hacer crecer la fundación, tener sede física y replicar su labor en otros puntos de la ciudad; todo sin negar ni dejar de lado a Petare, el territorio que hoy día es su norte para abrazar y seguir descifrando. También apuestan por otros ejes de acción. La iniciativa más reciente, «Descargando Futuro» -que llevan a cabo con grupos de maestras que han abierto sus humildes casas para dictar tareas dirigidas- resume lo que quieren generar: impacto en los niños.
Precisamente para fortalecer este proyecto, los hermanos Pérez están llamando a instituciones y particulares a realizar aportes que permitan llegar a más y más chamos. Desorden Público se les unió en la promoción. “Te invitamos a unirte, a donar libros, materiales escolares, pinturas y todos los insumos que sirvan para brindar educación y crear un agradable espacio educativo para nuestros niños”, se lee en un post que colgaron en la cuenta de Instagram, @ZonaDeDescargaoficial.
A propósito de su labor y la reconstrucción del país, los hermanos Pérez recuerdan la necesidad de unir esfuerzos y promover redes de solidaridad.
Por la mañana, antes de que lleguen los muchachos para las actividades del programa “Vacaciones Relámpago 400”, diseñado por Zona de Descarga para el asueto de mitad de año, en el Museo de Arte Popular Bárbaro Rivas los hermanos comentan sobre las obras de autores que, otrora, también vivieron y padecieron la parroquia; además, logran conversar con uno de ellos: el artista David Petit, encargado de impartir un taller de dibujo y pintura.
Calles y adoquines coloniales más adelante, se encuentran en plena acera con la bombona de Fran Suárez, el repostero artesanal de cuyas sabias manos ha sido producido el “Golfiao de Petare” por generaciones. Sin gas, es imposible llevar a cabo dicha labor, por lo que proceden a subir escaleras con el cilindro de metal a cuestas.
Para este miércoles de lluvia breve, el plan fue darles a más de 80 niños del barrio un recorrido histórico por las calles cuatricentenarias -desde la plaza Sucre hasta el teatro César Rengifo- con dosis de entretenimiento y contenido informativo del “señor de los golfeados”, quien relató parte de la historia de la parroquia de forma dinámica y alejada de sesgos e ideologías. Con el apoyo de las maestras de la comunidad y personal técnico, esta pequeña gran muestra de ciudadanía resultó ideal.
El señor Suárez -convertido, más que en maestro panadero, en un narrador de historias para los chamos- da fe acerca del poder de la labor semilla de los morochos Pérez.
Las buenas noticias, en la mayoría de los casos, se dan en voz baja»
Esta frase del célebre escritor japonés Haruki Murakami puede resumir iniciativas como las que presentamos en el programa #ConLaLuz de este miércoles, conducido por la directora general de Efecto Cocuyo, Luz Mely Reyes, quien tuvo como invitados a representantes de dos proyectos ya concretados que desde dos diferentes regiones del país y con dos ópticas distintas de labor social buscan crear consciencia de cómo hacer una mejor Venezuela, de manera callada y a veces poco reflejadas en las noticias.
Los primeros invitados al espacio fueron los directivos del Centro Venezolano Americano de Margarita (Cevamar), que más que una escuela de aprendizaje del idioma inglés representa un espacio de interacción y encuentro, en una isla que en algún momento fue el principal polo turístico del país y que actualmente padece de múltiples carencias.
Los directores de Cevamar, Jhonatan Rodríguez y Magaly Guédez de García, manifestaron su beneplácito, primero, por ser miembros oficiales de la Red Nacional de Espacios Americanos, así como de la Asociación de Centros Binacionales de América Latina, formando parte de la red global de American Spaces que está conformada por más de 642 centros, un gran logro producto de la exitosa gestión que realizamos hasta ahora.
“En 2019 recibimos 37.903 visitantes en el Centro, desarrollamos 164 programas en los que participaron de manera directa 18.868 personas. En lo que ha transcurrido del 2020 nos tocó reinventarnos e innovar con la virtualidad debido a la pandemia por Covid19, lo cual nos ha dado la oportunidad de beneficiar a muchas más personas con la modalidad online contabilizando 344 programas con una participación registrada de 198.026 personas hasta ahora”, apuntó Rodríguez, quien también es activista social en Nueva Esparta, conocido por su defensa de los pacientes con VIH.
Agregó que en Nueva Esparta «no teníamos un espacio Americano y hemos hecho esa sociedad maravillosa donde luego de los años hablamos de éxito».
«En el Centro Venezolano Americano de Margarita (Cevamar) tienen entre sus pilares fundamentales el inglés, la cultura e información actualizada y reciente acerca de los Estados Unidos, conectando así a los venezolanos y a los estadounidenses en diversos eventos», agregó.
Como segundo invitado estuvo Jaime Pérez, uno de los promotores de Zona de Descarga , una iniciativa que en este 2021 destacó por acercar hacia las comunidades de Petare, el más populoso de los barrios venezolanos, eventos que lucían lejanos para esas humildes comunidades que lo habitan.
Pérez destacó que el simbolismo que representó el uso de las platabandas petareñas como lugar de encuentro vecinal, como en aquel concierto de la banda de ska Desorden Público o las diversas sesiones de cine popular, algo que ha desmitificado el epíteto de barrio muy peligroso a esas zonas del municipio Sucre.
«Las platabandas nos permiten crear esos espacios de encuentro. La platabanda se convirtió en ese icono que transciende en estética, estilo y forma. Estamos pretendiendo hacer un sincretismo de lo que hay en el barrio», destacó.
Este luchador social habló de lo que viene en próximos meses y de cómo se seguirán sumando más personas a esta lucha por hacer amable ese emblemático lugar.
Vea el programa aquí:
Mediante la ayuda de la organización Zona de Descarga, 14 hogares funcionan como escuelas y unos 153 niños se ven beneficiados. La idea surgió debido a las dificultades que tenían los estudiantes para ver clases ante el cierre de los plantes educativos por la pandemia
Jaime y Jimmy son unos hermanos gemelos que siempre han trabajado por Petare, barrio en Venezuela donde viven desde que nacieron. Se les ocurrió que las platabandas podían ser un punto de encuentro para la gente de la comunidad, incluso en tiempos de pandemia
En medio de una de esas conversaciones, mientras compartía el café con una de sus vecinas, le vino la idea. Fue como si de pronto hubiese descifrado un código. En ese instante estaba en el lugar donde podría colgar el sueño que comparte con su hermano Jimmy. El sueño de sembrar el cambio en el barrio más peligroso de Latinoamérica. Era marzo de 2020. Jimmy y Jaime se dieron cuenta de que en las platabandas podían reencontrarse los petareños. Que allí podría haber una tregua. Sí, ahí en las platabandas; ahí donde las personas del barrio hacen sus rumbas, donde cocinan las sopas de fin de semana, donde celebran la lluvia llenando tobos y tanques con el agua que cae del cielo porque por tuberías no llega, donde juegan dominó, donde vuelan papagayo, donde hasta los delincuentes se escabullen saltando de una casa a otra.
No necesitaban mucho. Una pantalla —que ya tenían—, un video beam, unas cornetas y películas. Para estos hermanos se trataba de mucho más que entretener: era una forma de retomar un proyecto dormido años atrás con el somnífero de los conflictos políticos y el despecho por un socialismo que no fue. Un aletargamiento que les enseñó que el reencuentro entre gente que piensa diferente es el ingrediente para que cualquier cosa funcione.
Así es como ellos mismos lograron encontrarse: idénticos por fuera, pero por dentro solo semejantes en la idea del libre pensamiento. Jaime y Jimmy, de 34 años de edad, son los gemelos que decidieron volver esa premisa que los une en una bandera y montarla sobre una platabanda en forma de pantalla de cine. Estatura promedio, cabello negro azabache con ondas, ojos negros y sonrisa tímida. Es imposible distinguirlos si no se les escucha hablar. Entonces se puede notar que Jaime, estudiante de Psicología, es el de la profundidad, el de las ideas; y Jimmy, casi economista, el de la ejecución de los planes. Los morochos siempre han trabajado por Petare. En la adolescencia, quizá por su rebeldía natural, se encantaron con el proyecto socialista. Trabajando en los círculos bolivarianos y en el Consejo Nacional Electoral consiguieron cosas importantes para su barrio. Una de ellas, la Casa de la Cultura Bárbaro Rivas, que se mantiene hasta hoy y que es uno de los pocos espacios de José Félix Ribas que no ha sido tocado por intereses particulares de partidos políticos. Allí, en esa casa, reposaba su sueño de que el barrio fuera un espacio de coincidencias.
Con los años, ya adultos, se dieron cuenta de que en el chavismo no tenían cabida sus ideas del libre pensamiento. Fue con la llegada de Nicolás Maduro que las cosas cambiaron y las bases crujieron. Los morochos se hicieron más críticos. A la abuela le negaron la bolsa CLAP en 2016 por el “pensamiento indisciplinado” de los nietos. A ellos luego comenzaron a excluirlos de reuniones “por no seguir lineamientos”. Y fue por eso que poco a poco se alejaron hasta que se separaron por completo de la política para trabajar en proyectos culturales que incitaran la participación de las y los vecinos.
Pero la idea no les cayó del cielo.
En 2014 habían conseguido la donación de una pantalla gigante. Ese mismo año, en plena calle proyectaron un documental que despertó tal interés en los niños que no se movieron del piso ni siquiera cuando empezó una pelea muy cerca y un hombre del barrio accionó su pistola y disparó tres veces al aire. Se trataba de El milagro del Candeal, un largometraje que narraba cómo una comunidad brasileña se salvó de la violencia gracias a la música.
Entonces, los morochos hicieron clic. La cultura y la construcción de una memoria histórica del barrio los haría cruzar ese puente de la indiferencia entre sus ideas y las y los vecinos de Petare. Sí, la idea del Cine Platabanda iba tomando forma en sus mentes, incluso antes de que ellos mismos lo concibieran como tal.
Por esos días, afianzaron Zona de Descarga, la organización que habían fundado en 2013 para trabajar por Petare y que los llevó a respaldar otras iniciativas de la parroquia por varios años, hasta que, ahora en medio de la pandemia, estaban encontrando su propia voz.
Jaime y Jimmy, junto a varios compañeros, estaban buscando la cinta adhesiva para pegar los papelógrafos en los que se anunciaba la primera función de Cine Platabanda cuando en la Zona 3 de José Félix Ribas sonaron los primeros tiros.
Era el 2 de mayo de 2020. Comenzaba una de las guerras de bandas más largas y complejas vividas en Petare en los últimos años: una semana entera de plomo. Ráfagas largas de plomo. Plomo de día y de noche. Wilexis, como se conoce al líder delictivo de José Félix Ribas, se enfrentaba a alias “el Gusano”, un hombre que salió de prisión y se propuso hacerle la guerra para arrebatarle el control del barrio.
Había mucho miedo. Las personas dormían —cuando lo hacían— bajo las camas o mesas, los comerciantes cerraron sus negocios, los motorizados dejaron de circular por las calles, los niños ya no jugaban en las escaleras, la gente no subió más a sus platabandas. Y los morochos cancelaron la convocatoria para la función de Cine Platabanda. Pasaron al menos dos semanas tratando de hacerla, pero no era posible, porque solo asomarse a esos techos era convertirse en el blanco de una guerra que no era de los petareños, pero que los había confinado aún más que la pandemia de COVID-19.
Sobre todo cuando el enfrentamiento armado dio paso a una toma policial en la que drones, helicópteros y grupos tácticos tomaron esos mismos espacios para “cazar” a Wilexis, uno de los delincuentes más buscados del país.
Los morochos se preguntaban qué hacer. Y en esa búsqueda, una amiga de ambos los puso en contacto con unos pastores que tenían una radio comunitaria llamada Resplandor de Cristo, perteneciente a una iglesia cristiana que desde abril de 2020 transmite tres veces a la semana la palabra de Dios y mensajes de aliento. Para ello usan unas cornetas que instalaron también en el techo de una casa del barrio.
Se aliaron con ellos. Y eso sumó para que el Cine Platabanda pudiera finalmente llevarse a cabo. Entre los delincuentes hay, dentro y fuera de las cárceles venezolanas, una regla tácita: con los cristianos nadie se mete.
Por esos días, todo estaba más tranquilo en la comunidad. Y fue así que el 14 mayo niños y adultos se encontraron para ver una película animada.
Antes de empezar, y al otro extremo de la placa en la que se dispuso la pantalla, los pastores, junto a Jaime y a Jimmy, le pidieron a la gente que desde sus ventanas ondeara trapos blancos para pedir la paz en Petare. Las telas, que en la distancia parecían palomitas blancas a punto de ser liberadas, vibraron unos 10 minutos antes de que llegara el ocaso y se encendiera la pantalla que, tal como predijeron los morochos, se convirtió en el punto de encuentro para ver, leer, cantar, bailar y hasta orar en el barrio.
Tenían cornetas, la pantalla y una consola prestada. Aquella tarde, los organizadores, ansiosos, sentían que no oscurecía. Que los minutos pasaban lentos. ¿Será que esos pañuelos blancos lo iluminaban todo?
Fue a las 7:20 de la noche cuando la platabanda del callejón Guaicaipuro en José Félix Ribas se llenó de personas que, con tapabocas y sentadas en el piso, presenciaban la proyección.
A lo lejos, se podía ver a niños y niñas apiñadas en las ventanas de sus casas, con los piecitos colgando mientras aplaudían cuando se emocionaban con la película. Las personas adultas también dispusieron sillas plásticas en sus platabandas y dejaron entrar a vecinos que no tenían buena visibilidad de la pantalla desde sus hogares para que pudieran disfrutar la proyección.
Esa noche todos celebraron el cine con aplausos y vítores.
Era la alegría de poder volver a sus ventanas y techos sin miedo.
Era la calma después de la tormenta.