Mediante la ayuda de la organización Zona de Descarga, 14 hogares funcionan como escuelas y unos 153 niños se ven beneficiados. La idea surgió debido a las dificultades que tenían los estudiantes para ver clases ante el cierre de los plantes educativos por la pandemia
Caracas.- Maestras preocupadas por la educación de los niños que habitan en Petare, municipio Sucre del estado Miranda, abrieron las puertas de sus casas para educar a los menores en medio del cierre de escuelas empujado por el COVID-19 y el difícil acceso a internet.
La iniciativa, que comenzó hace varios meses y que cobra cada vez más fuerza, fue impulsada por las dificultades que comenzaron a tener los niños para continuar sus estudios, luego de que se decretara el cierre de escuelas para evitar el aumento de contagios.
Las clases, por orden del gobierno de Nicolás Maduro, comenzaron a impartirse a distancia y de manera virtual, pero los fallos eléctricos, la lentitud en la velocidad de internet, el no contar con los recursos para acceder a un computador o la falta de profesionales educativos hicieron cuesta arriba la educación de los niños.
El Ejecutivo también intentó impartir clases a través de programas de televisión para los estudiantes de los primeros cursos de básica, pero asociaciones de padres aseguraban que los episodios eran repetidos, que algunos no se ajustaban a la edad de sus hijos o no estaban de acuerdo con el método de enseñanza.
Ante esta situación, varias maestras, con el acompañamiento de la organización Zona de Descarga, decidieron abrir las puertas de sus casas para impartir clases a los niños de Petare, que en su mayoría llegan sin ningún material escolar, con cuadernos usados o lápices rotos.
Hasta el momento, unos 14 hogares funcionan como centro educativo o reforzamiento pedagógico en Petare y unos 153 niños se ven beneficiados. Zona de Descarga planea crear una red de casas de este tipo, a las que ayudan con donaciones de libros, materiales de papelería, muebles o pinturas. La mayoría usados.
Retribución a las maestras
Debido a los bajos salarios, los padres ven difícil renovar el material básico escolar, especialmente en las comunidades más desfavorecidas, pero realizan un esfuerzo para colaborar con las maestras que llegan a recibir como pago algún tipo de alimento. «Es muy poco lo que me dan, pero es una colaboración», cuenta a EFE la licenciada en educación inicial Jasmín Castro.
«Nosotros, como educadores del Ministerio de Educación, tenemos un sueldo muy bajo, entonces es una manera de yo ejercer mi carrera que es lo que me gusta y es un beneficio», indicó Castro, quien añadió que el apoyo que les presta a los niños es de dos horas diarias y en todas las materias.
Estas maestras no tienen límite de edad para atender a los estudiantes. Algunas de ellas también ayudan a adolescentes que estudian secundaria y aunque es temporada de vacaciones, las mujeres prestan refuerzo educativo y organizan actividades recreativas.
Ayudan a los alumnos a resolver las tareas que los colegios envían por correo electrónico o WhatsApp, pues para un estudiante de una institución pública recibir una clase virtual en vivo es casi imposible. Ni los profesores cuentan con el apoyo suficiente para impartir las lecciones ni los alumnos con los recursos para recibirlas.
Estudiantes a la deriva
El hijo de 11 años del ama de casa Yendri Ochoa se quedó sin maestra a mitad de curso y pasó al primer año de secundaria, aún cuando el colegio no cumplió con culminar el año escolar. Sin embargo, Ochoa señaló que encontró apoyo para que su hijo pudiera terminar su preparación en una de las escuelas que abrieron estas maestras en sus casas de Petare.
Él no se atrasó porque ella (la maestra) me lo ayudó aquí con sus tareas, contó Ochoa, que aún no tiene claro cuándo ni dónde comenzará su hijo el primer año de bachillerato.
Para Jimmy Pérez, uno de los responsables de Zona de Descarga -que promueve actividades contra la violencia-, los salones en las casas no son algo improvisado. Cuenta que la idea surgió luego de que muchas personas empezaron a aportar y realizar un plan que permitiera atender a esa comunidad de manera integral. No solamente se beneficia a los niños, también a los padres, señaló.
El gobierno oficialista planea reanudar las clases presenciales en octubre, pero dependerá de cómo avance la vacunación que, hasta hace un mes solo tenía vacunadas a 3.600.000 personas en una población de 30 millones de habitantes.
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