En pleno confinamiento provocado por el COVID-19, aunado a la escasez de gasolina, desempleo, restricciones presupuestarias, el aumento en el precio del dólar paralelo y el oficial, la mayoría de los venezolanos piensa en la necesidad de reinventarse para seguir adelante y emanciparse de los subsidios del Estado.
En la actualidad muchas madres, “con un rosario en la mano”, rezan por la mejoría de la situación económica no solo para “estirar el escaso presupuesto familiar”, sino para aportar económicamente ingeniándoselas como emprendedoras para mantener en este diciembre de distancias injustas la tradición navideña. Esa mayoría de venezolanos piensa en términos de comunidad, bienestar en libertad, en tranquilidad y trabajo que ofrezca a las comunidades oportunidades robustas para reconstruir el tejido socioeconómico con el fin de abrir caminos a la democracia cimentada en referentes éticos, estéticos y morales. Todo esto enfrentando el reto de superar a la intolerancia para abrir paso a la reconciliación y consolidación de espacios seguros en nuestras comunidades.
Esta pandemia ha mostrado no solamente las contradicciones y carencias del sistema político venezolano, sino también las fortalezas de nuevas formas de organización comunitaria que emergen ante un sistema que sucumbe y requiere de nuevos grupos de liderazgos con acento colectivo en esta nueva normalidad. En cada hogar, esquina, escalera, calle, callejón, plaza y caserío existen diversas formas de liderazgo fuerte y cohesionado con una alta capacidad para motivar, unir e inspirar para transformar el entorno de la comunidad ante una realidad compleja, que reclama de cada día más el necesario liderazgo anclado en lo cooperativo, complementario y con orgullo de sentirse útil.
Las familias venezolanas tienen capacidades para definir prioridades de corto y largo plazo, cuentan con una gran visión de anticipación estratégica y replanteamiento con la frecuencia que determine el ritmo de los cambios impredecibles de la economía venezolana. Estas conductas son la base de las diversas formas de organización que se han consolidado a través de la sabiduría y sentido de sensatez a la hora de la toma de decisiones. No solamente inciden sino que van replicándose en las relaciones sociales interviniendo de manera propositiva en la cotidianidad, en su búsqueda de crear espacio para la convivencia y solidaridad. Aunque no parezca de esa manera, se ven aún presentes los valores y principios que construyeron los barrios y el anhelo de las enseñanzas de los abuelos que han fundado las miles de comunidades, donde los relatos y la ejemplaridad recobra vida en la boca de los vecinos para describirla en cada escalera, bloque, saco de cemento o tierra teniendo una carga de empatía, cercanía, familia, progreso y valentía.
En cada hogar, esquina, escalera, calle, callejón, plaza y caserío existen diversas formas de liderazgo fuerte y cohesionado con una alta capacidad para motivar, unir e inspirar para transformar el entorno de la comunidad ante una realidad compleja
Jimmy Pérez
Estas épicas contadas por los hijos de los fundadores de callejones, calles y escaleras son creencias a través de las cuales se interpreta la realidad definiendo el perfil de conductas y sistemas de ideas para su traslado de memoria histórica. El ejemplo de estas luchas ha servido de inspiración en estos tiempos de privaciones, acosos y encierro para las nuevas generaciones que crecen con muchas carencias, confusiones y contravalores. La transferencia de conocimientos, actitudes y creencias son formas de liderar con el ejemplo con el objetivo de enseñar para luego llevarlos a la realidad y puedan evolucionar. Esto se ve a diario en nuestras comunidades donde no hay espacio para la resignación o la victimización. Esa forma de “aguantar la pela” o gestión de la adversidad es un hábito a diario en las centenares organizaciones y grupos vecinales que prefieren ver el lado positivo aunque la situación esté mal. Esta forma de resiliencia que se constituye como un mecanismo de defensa ante la falta de respuestas a sus problemáticas, es una conducta que va aflorando la actitud proactiva de la gente, donde la confianza entre vecinos genera colaboración produciendo trabajo en equipo, y a la vez en reconectar en forma de redes que permitan la generación de capital social para la creación de lugares seguros y participativos.
Esa gente que trabaja duro y sin recompensa ha vivido una de las tantas manifestaciones hermosas que solamente ocurren en la Platabanda, donde los sueños, las vivencias y las alegrías de los logros alcanzados como también esa palabra de aliento en momentos de confusiones y tristezas se conjugaron con el cine, teatro, música, lectura de libros, y despliegue de habilidades y destrezas. Allí se produjo ese rayo de luz encandilando a la oscuridad que pretendía apoderarse de los hogares petareños. El poder disfrutar esa luz y recoger las impresiones de la gente desde sus ventanas, balcones y techos fue un logro. Fue motivo de alegría observar abuelos contentos. Niños dejaron de jugar a ser policías y malandros y ahora se imaginan como fotógrafos, músicos o cantantes luego de la organización del cine platabanda. Fue reconfortante observar a aquel mototaxista agradecido porque su hijo no podía dormir de la emoción por el libro que leyó en la ventana de su casa y decenas de actividades que transformaron vidas y comunidades a través del esfuerzo colectivo y en medio de muchas limitaciones. Esto es una muestra de la entrada de esa luz que ilumina las conciencias de los expectantes que se convirtieron en agentes de cambio.
Puede sonar estridente, pero Petare puede convertirse en el faro que alumbre a toda Venezuela, en el epicentro de la esperanza del país. Fue en Petare donde el legendario grupo musical Desorden Público hizo su gran concierto en el que trajo su filosofía y puso a bailar en las centenares de platabandas a niños, abuelos, a los panas de la escalera, novios y muchas familias bajo el ritmo del ska caribeño, hasta los loros repitiendo el coro de una canción del “eh eh ah Desorden está en Petare…” y un perrito brincando para llegar a la ventana. Esto quedó como evidencia de la materialización de lo que en esencia es el ska, un sueño donde los blancos y negros podemos estar juntos en el mismo escenario, y se logró una vez más en el barrio más grande de Latinoamérica.
Para mi gente de Petare y su capacidad de resistir por más de 399 años de combate.
A los barrios, urbanizaciones y comunidades petareñas que lucha, trabaja, se reinventa y no pierde la alegría entre tanta pena…
JIMMY PÉREZ | @ZonaD_Descarga
Coordinador general del programa Zona de Descarga.
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