martes, 1 de septiembre de 2020

Mentalidad de Barrio y su verdadera esencia.

 





Por Jimmy Pérez

Los sectores populares de Venezuela son el alma de sus ciudades, son la fábrica de sueños en su lucha diaria por concretarse y es el espejo exacto de su gente, la majestuosidad de los cerros, escaleras y callejones, su diversidad cultural y distintos matices se presenta en forma de un cuerpo amplio lleno de historias de vida, realidades diversas donde su fuerza, color  y calor humano se resiste a resignarse ante éste espectáculo dantesco en el que se encuentra sumida la humanidad, de crisis sanitaria, humanitaria y aun lo más peligroso la ignorancia; por eso nuestros barrios se encuentran en una circunstancia entre los que miran atentamente el desarrollo de los acontecimientos y las pocas oportunidades, otros esperando bajar temprano desde sus casas para ir a toda prisa a sus puestos de trabajo durante la cuarentena flexible y algunos están en la búsqueda de rearmar el tejido emprendedor de los barrios aplicando el conocimiento adquirido de la crisis económica y creando un nuevo modelo de vida basado fundamentalmente en la sobrevivencia y superación de la dependencia, la resignación y acostumbramiento. En nuestros barrios se encuentran muchos jubilados y pensionados casi atrapados en la cuarentena, también está esa dualidad de roles entre trabajadores - emprendedores que ante el temor de quedar desempleado y lo insuficiente del salario mínimo buscan soluciones presupuestarias de manera oportuna para poner el pan sobre la mesa, niños y adolescentes ante el cierre de las escuelas, bibliotecas, centros deportivos y otros espacios tratan de escaparse para ir a los techos de sus casas para pasar un rato y elevar papagayos u otros juegos, y  por supuesto las amas de casa motor de la familia que hace milagros para distribuir la escasez en momentos de pandemia y crisis económica. En la actualidad, en estas comunidades transitan por las calles llena de contradicciones y desigualdades, de violencia y represión como también de mucha hiperinflación, alto costo de la vida y poco poder adquisitivo pero lo destacable es que ante un panorama difícil en esas comunidades se puede constatar muchas historias de vida que aún persisten en una pandemia que atenta lesionar el espíritu de superación y transformación del barrio donde el sobrevivir “es la única alternativa para superar lo que nos tocó vivir sin perder los principios”. Históricamente los barrios son los primeros que sienten los cambios socio-económicos y los que se ven obligados a transformarse al ritmo que se le impone y en los últimos años se resiste a tomar el camino de la resignación a pesar de las continuas agresiones que provienen desde el Poder.

Mi barrio está inmersa en esa dinámica de transformación y, aunque ahora parece ser que estamos estancados o que vivimos un proceso involutivo, las relaciones humanas siguen avanzado, pero echo de menos el ambiente que tenía en mi niñez, cuando se hablaba de temas polémicos sin caer en la revancha, los vecinos se sentaban en sus puertas los fines de semana a compartir sus miedos, alegrías y tristezas, de celebrar que su hijo entró a la universidad o es firmado para ser pelotero como también regañando al que se desvía del camino, a lo lejos se escucha las legendarias canciones de la Fania, Adolescentes, Tito Rojas y Frankie Ruiz con su cometa volando en su anhelada libertad, la frase de nuestros abuelos “donde comen dos comen tres” y nos enseñaban “aguantar la pela” en circunstancias de injusticias y no andar de víctima, pero si en defender nuestros derechos de manera inteligente, nuestros abuelos nos enseñaban a transitar por el camino largo y nos alertaban siempre, con hechos, sobre el peligro de andar por el camino fácil, pero se hacía comunidad a pesar del entorno violento en el encierro entre rejas y muros, se practica la hermandad a pesar de haber nacido de diferentes madres, y los panitas de la zona jugaban pelotica de goma en las escaleras o en las calles esperando la temporada de béisbol jugando a ser Galarraga, Luis Sojo, Melvin Mora, Luis Raven, Oswaldo Guillen o cualquier pelotero. Nuestros abuelos nos relataban del cómo se fueron levantando las casas de nuestras comunidades para hacer nuevas construcciones, ahí se fue conociendo el término de placa o platabanda, siendo parte de las miles de historia familiares que en el barrio se desarrollaba, en donde los momentos más importantes transcurrieron allí en la multifuncional platabanda. Lo peor de todo es que esa memoria también está desapareciendo con los abuelos que ya no están y que son los que levantaron esas casas de bloque naranja ladrillo, de gris cemento en una casi perfecta combinación del verde abundante de los árboles y cerros de monte. Esta personas que no están en su mayoría provenían de los llanos, andes y la zona oriental del Estado Miranda, mucho de ellos fueron personas honestas que trabajaban en el campo para ir a la ciudad con la idea de que se podía “vivir mejor en la capital”, pero con su tesón lograron levantar miles de hogares en el que viviera su familia, aunque al principio sus techos eran de cartón o de zinc y el suelo de tierra, con los años y mucho trabajo a sus espaldas, consiguieron dignificar y hacer más habitables esos hogares donde crecieron muchos médicos, enfermeras, maestros, ingenieros como también muchos venezolanos ejemplo de superación y concreción de metas alcanzadas.

Esa esencia de barrio que construyeron nuestros abuelos está en proceso de desaparición; ya solo quedan sus escaleras construidas, casas y callejones que data de 60 años, lo más jóvenes no saben el nombre de sus avenidas, calles, escaleras, y menos la historia que guardan esos sitios de tanto sacrificio y lucha. También pasaron a la historia el Bárbaro Rivas y sus pinturas, que eran casi un orgullo del petareño; y el casco histórico, sus centros culturales e históricos, sus tradiciones y manifestaciones culturales de lo que había sido esa Petare casi cuatricentenaria olvidadas y muchas en ruinas, en la actualidad la quieren tergiversar con un jardín de plástico, consignas huecas y referencias externas que no son propias del gentilicio petareño.

Tan solo queda la nostalgia de aquellos que recuerdan las tradiciones de nuestros barrios resistiendo al cambio radical que ha vivido nuestra Petare en los últimos años. Este 17 de Febrero del 2021 Petare cumplirá 400 años de historia y es necesario que se unan las voluntades para destacar la singularidad y su autenticidad de su combinación entre lo colonial y los cerros lleno de casitas, edificaciones y sus ranchos en pleno siglo XXI, el valor social de sus barrios profundamente arraigada, de definida personalidad histórica y multicultural son motivos suficientes para celebrar y fomentar espacios que construyen la cultura de paz y la no violencia; en la que reviertan lo que se ha convertido en estos últimos años en una barriada de las más peligrosas del mundo y de evidentes desigualdades. Esto ha hecho que muchos vecinos de toda la vida, nietos de esos abuelos que levantaron el barrio, se tengan que marchar a otras zonas en búsqueda de otras oportunidades y con ellos se vaya también parte de esa memoria colectiva.

Ante esa realidad de nueva normalidad es necesario ir construyendo espacios para el reencuentro que nos lleve a presentar lo diverso de nuestra cultura que por medio del arte proyecte todo lo real de nuestros barrios con sentido propositivo, desde un contenido etimológico donde el territorio, la identidad, su cromatización, su fuerza, su historia, su arte, su música, su pintura y sus generaciones puedan aportar a los nuevos tiempos en su continua evolución de la comunicación que fomente el libre debate de ideas respetando sus tradiciones históricas que superen las viejas prácticas y falsas ideas, estereotipos y estigmatizaciones.

Nuestro Barrio es por excelencia el espacio dentro de ese cromo imponente, donde aflora esa solidaridad innata que se mantuvo oculta por años de transculturización y violencia; en él que reencuentro de las familias, amigos y vecinos crece en momentos de mucha dificultad. Quienes han vivido en el barrio saben lo que representa la platabanda, sus escaleras, sus callejones, la esquina, el plan, la redoma y muchos otros, mientras algunos pocos utilizan esos espacios para conectar con la muerte, la mayoría trata en reconectar con los sueños y los sentimientos nobles, en el que celebrar y compartir sea lo cotidiano en esos espacios, donde se ama, se llora, se estudia, se sueña, se juega dominó, papagayos y carnaval, donde se hace una parrilla y también un sancocho con una cerveza bien fría resultado de meses de trabajo esclavizante, donde se baila en los quince años o en el matiné, donde se da el feliz año nuevo y se manifiesta el milagro de las segundas oportunidades, donde se manifiesta el venezolano. Ese es el código que conecta con la familia y rompe la intolerancia que por años se nos ha sembrado.

Jimmy Pérez

Co-Coordinador Zona de Descarga

Blogger https://zonadedescargajfr.blogspot.com/

Twitter @ZonaD_Descarga


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